Esta especialidad médica se dedica al tratamiento de la estructura y de la función de la piel, sus lesiones y enfermedades.
La piel es el órgano más extenso del cuerpo, y aunque obviamente es el más visible de todos ellos, muchas de sus problemáticas son síntomas de procesos internos y hasta genéticos. Es la primera barrera contra cualquier agente externo que intente invadir nuestro físico, como bacterias, sustancias químicas y hasta las propias condiciones ambientales. Además, ayuda a regular la temperatura del cuerpo mediante la secreción de sudor, y sintetiza la vitamina D (en contacto con la luz solar) que regula el pasaje del calcio a nuestros huesos. Por otro lado, la piel se renueva constantemente, por lo que los nutrientes dependientes en gran parte de nuestra dieta son fundamentales.
Como si lo anterior fuera poco, es conveniente conocer que la piel forma parte de un sistema más complejo en donde participa el cabello y el vello, las uñas, glándulas sudoríparas y sebáceas. Es así que por varias razones un verdadero profesional de la dermatología debe conocer tanto sobre la piel en sí misma como de cirugía, inmunología, neurología, enfermedades infecciosas, y hasta endocrinología, entre otras áreas, que son fuente de muchos efectos sobre la piel.
Por otro lado, como una subespecialidad, está la Dermatología Cosmética, campo en dónde se han producido muchos de los más innovadores tratamientos. Así, por ejemplo, el acné es efectivamente tratado por la técnica de Dermoabrasión que, utilizando láser, corrige principalmente cicatrices.
En términos generales se podría decir que nuestra piel sustenta su buen estado a partir de tres pasos: su limpieza, la hidratación y la protección. Sin embargo, es sabido que la amplia mayoría de la población no trata a su piel como ésta merece.